La tecnología y el poder siguen estrechando lazos para controlar nuestros movimientos y achicar el espacio de la libertad. Es la vertiente oscura del desarrollo informático. Los sistemas de vigilancia se perfeccionan para olisquear nuestro rastro. En ciudades como Londres es muy dificil escapar a la mirada mecánica de miles de cámaras. Mientras, se trabaja en máquinas que reconocen nuestro iris o interpretan nuestras intenciones. Todo para combatir al difuso fantasma del terrorismo y del crimen.
En Shenzen (China) ya están instalando 20.000 cámaras de vídeo para emplearlas en la lucha contra el crimen. Se unirán a las 180.000, de circuitos públicos y privados, a las que la policía tiene acceso y no sólo transmitirán y grabarán lo que ocurra en la calle, sino que leerán los rostros de los ciudadanos y servirán para detener a los sospechosos. Esta tecnología, con la que también se experimenta en Gran Bretaña, se extenderá por toda la región, habitada por 12 millones y medio de personas. Además, las autoridades y la firma estadounidense que elabora el sistema distribuirán una tarjeta de ciudadanía con un potente chip incorporado. En ella se incluyen datos personales como la raza, la religión o el nivel educativo. Es el presente de una dictadura hi-tech, en un país donde los derechos civiles son pisoteados, pero la tendencia puede traspasar esas fronteras para controlarnos, con la excusa del terrorismo global, y colarse sutilmente en nuestras casas, en nuestros ordenadores, a través de las tarjetas de crédito o los teléfonos móviles. Quizás ya esté ocurriendo.
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lunes, agosto 13, 2007
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