
Venezuela ha apuntalado un poco más su carrera hacia el abismo, eso sí, con el beneplácito -al menos aparente- de los ciudadanos que acudieron a las urnas para apoyar al caudillo. El pasado golpista de Chávez siempre ha precedido a su figura, y sus formas de Mesías revolucionario le han dado a su régimen un perfil delirante que parece engatusar a muchos venezolanos. Quizás porque otros han optado por el exilio ante esta especie de Fidel Castro bis con hechuras de telepredicador.
Por lo pronto todo está dispuesto para que el teniente coronel empiece a dar forma definitiva a un sistema cada vez menos democrático en el que nadie pueda desbancarle del sillón presidencial. En la campaña electoral ya avanzó que en 2010 planteará un referéndum con dos preguntas:
"La primera de ellas sería: está usted de acuerdo en que Hugo Chávez siga siendo presidente de Venezuela, si o no, y la segunda pregunta: si su respuesta anterior es positiva está usted de acuerdo en que Hugo Chávez vuelva a elegirse para el próximo periodo".
Primer paso para una dictadura sin contemplaciones. Dice el caudillo que su carrera política terminará en 2021. Tiempo suficiente para llevar a cabo lo que él llama "revolución bolivariana rumbo al socialismo del siglo XXI" contra "el diabólico capitalismo imperialista" de Estados Unidos. Al menos mientras los petrodólares no se acaben y desmonten el sueño de pan y circo en el que ha sumido al país y que pretende exportar a modo de franquiciado por Hispanoamérica.
Venezuela está perdiendo su oportunidad, la de crear riqueza a partir del petróleo, mientras Hugo Chávez emplea el recurso a modo de limosna entre los sectores desfavorecidos y como regalo a otros países para comprar una plaza en el Consejo de Seguridad de la ONU. En pocos años puede convertir al país en el hogar destartalado y empobrecido de más de 20 millones de rentistas.
Venezuela está perdiendo su oportunidad, la de crear riqueza a partir del petróleo, mientras Hugo Chávez emplea el recurso a modo de limosna entre los sectores desfavorecidos y como regalo a otros países para comprar una plaza en el Consejo de Seguridad de la ONU. En pocos años puede convertir al país en el hogar destartalado y empobrecido de más de 20 millones de rentistas.
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