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sábado, mayo 12, 2007

...¡Acción!

El teatro político está en marcha. Los actores llevan a escena su guión con mayor ahínco que de costumbre. En quince días se producirá una nueva reorganización del poder -municipal y regional- entre los clanes de la clase política. Todo vale para perpetuarse en el sillón o para desplazar de él al contrario.

Desde hace años los partidos han puesto un empeño desmesurado en disfrazar sus estrategias tras sofisticadas técnicas de marketing. En la influencia arrolladora de las imágenes, los eslóganes y las apariencias se depositan más esperanzas que en la política de hechos. Y mientras tanto, los ciudadanos asistimos al gran circo, al engaño descarado y a la tomadura de pelo sin el más mínimo atisbo de rubor. Sabemos que nos están engañando y cómo lo están haciendo, y sin embargo apenas sentimos indignación. Hemos aprendido a asimilar mentira y política como elementos inseparables.

No es que los profesionales de la política sólo recurran al camelo en época de elecciones. Lo hacen cada día. Pero es poco antes de la llamada de los ciudadanos a las urnas cuando sus maneras se vuelven aún más exageradas. Inauguraciones de servicios públicos que se retrasan para acomodarlas al calendario publicitario -en perjuicio de la comodidad d elos ciudadanos- o precipitación en el acabado de algunas infraestructuras, también con el mismo fin.

Esta semana hemos conocido una modalidad mucho más efectiva. La realidad no puede arruinar la agenda de los gangs políticos y si un nuevo servicio no está listo para ser presentado siempre se puede recurrir al atrezzo. Es lo que ha hecho la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. En un genuino ejercicio de ilusionismo, el equipamiento de un recién estrenado departamento hospitalario aparece oportunamente para el reportaje fotográfico y desaparece a las pocas horas:

EL PAÍS: 'Inauguraciones' con incubadora de quita y pon.

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