
Por otra parte, han aprovechado su irresistible poder mediático para aumentar infinitamente su capacidad propagandística y para simular una superestructura que es difícil que posean. Desde sus refugios lanzan al mundo mensajes y amenazas que las grandes corrientes de opinión e información se encargan de repetir sin ponerlos en duda. Un día incitan a la reconquista de Al-Andalus y al otro exigen la cabeza de Shalman Rushdie. Pero, ¿nos avisan los medios de un posible ataque o se convierten en correas de transmisión de los terroristas? Si Al Qaeda tuviese la infraestructura necesaria y la capacidad directa para golpear a Occidente, probablemente lo haría sin avisar. Por otro lado ¿tienen los grupos de comunicación la certeza de que la amenaza es real? Existe la posibilidad de que simplemente sean mensajes vacíos, con la misión de sugerir objetivos a los fanáticos de todos los rincones del mundo. Si fuese así las empresas de información estarían haciendo un flaco favor a nuestra seguridad.
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