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lunes, diciembre 31, 2007

Un barril de pólvora


Las remotas posibilidades de estabilizar y democratizar Pakistán se evaporaron el 27 de diciembre, con el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto. Deberá transcurrir mucho tiempo hasta que las circunstancias propicien un escenario mínimamente prometedor, en el que los fundamentalistas sean reducidos, tanto en las áreas tribales del Noroeste, Baluchistán y Cachemira, como en el oscuro aparato de poder que se encierra en el Ejército y los servicios de inteligencia. Mientras, las semanas próximas se presentan decisivas en la carrera hacia la anarquía que despedaza al país.

La muerte de Bhutto es el tiro de gracia para una incipiente transición que arrancaba tambaleante y el broche sangriento a un año de riesgo creciente, marcado por el asalto a la Mezquita Roja y el estado de excepción decretado por Musharraf en noviembre. Quizá la presencia de Bhutto al frente del nuevo gobierno no hubiera sido suficiente para atajar las amenazas que se precipitan sobre una de las regiones más peligrosas del mundo. Sus experiencias anteriores (1988-1990 y 1993-1996) no rompieron la tónica de un Pakistán corrupto que cebaba al integrismo.

Además, los actores implicados en los destinos del país son muchos y poderosos. Desde las tribus de las zonas que lindan con Afganistán y los elementos destacados de la red Al Qaeda, hasta las facciones más conservadoras e integristas del Ejército paquistaní. Todos ellos están muy interesados en desequilibrar o controlar el Gobierno de uno de los principales aliados de EE.UU., provisto de armamento nuclear. La historia reciente del país de los puros, como plataforma de entrenamiento y reclutamiento de mujahidin -primero contra la invasión soviética de Afganistán y más tarde contra la norteamericana- lo han convertido en el principal campo de batalla para acabar con la ideología asesina de Bin Laden y Al Zawahiri.

La situación actual hace pensar que los principales beneficiados son aquellos que trabajan por el caos. Aquellos a quienes interesa un Estado anárquico que ponga en alerta a la región y permita campar a sus anchas a los señores de la guerra y a los grupos terroristas, lo que supondría un enorme revés para la estrategia de seguridad de Estados Unidos, esté o no Bush en la Casa Blanca. Al margen de esta obviedad, el aplazamiento de las elecciones y su fecha definitiva decidirán si el general Pervez Musharraf y el Ejército consiguen sacar un rédito político del atentado. El estado de descontrol que ha arrasado las calles tras el asesinato puede ser empleado como argumento para limitar aún más las libertades e iniciar un nuevo estado de excepción. Sin embargo las calles, en pie de guerra desde la rebelión de los abogados, no se lo pondrán nada fácil. Los altercados de los últimos días han dejado cerca de medio centenar de muertos y los militares no saben como enfrentarse al futuro. El periodista David Rhode, de The New York Times, describió muy gráficamente la situación del general: "Pervez Musharraf, sentado más que nunca sobre un barril de pólvora". Siguiendo la metáfora, es como si, con el asesinato de Bhutto, el dictador se hubiese encendido un enorme puro.

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Christopher Hitchens: Una Hija del Destino.

domingo, noviembre 25, 2007

Democracias


Venezuela y Rusia darán, el próximo 2 de diciembre, un paso fundamental en el asentamiento de sus respectivos regímenes autoritarios. Ambos países, que pelean por su hegemonía -regional o mundial-, están marcados por trayectorias políticas muy similares. Sus gobiernos provienen de períodos de colapso democrático, agitados por la corrupción y el descrédito popular. Tienen importantes recursos energéticos que emplean para comprar voluntades, chantajear a sus vecinos y expandir su influencia. Han extendido su control a la mayoría de medios de comunicación de sus territorios, han perseguido a los periodistas molestos y han silenciado a sus detractores. Además, los perfiles autoritarios de sus dirigentes han devuelto el orgullo nacional a sus ciudadanos, un efecto característico de los sistemas totalitarios.

En el caso de Rusia este fenómeno se ha producido tras el ascenso al poder de las élites del antiguo KGB, que ha engendrado una democracia a la soviética. El poder de los siloviki ha desguazado la estructura económica construida por los oligarcas en la década de los 90 y se ha parapetado tras un discurso anti-occidental, que parece sacado de los tiempos de la Guerra Fría. En Venezuela, Hugo Chávez ha impuesto su ideología bolivariana, una especie de castrismo adaptado al siglo XXI mediante telegenia y un disfraz pseudodemocrático. En ambos casos se ponen en evidencia las debilidades de la democracia y sus numerosas limitaciones y paradojas. Por un lado, la sorprendente impunidad de los poderosos para pervertir silenciosamente las instituciones consigue sortear la acción de los organismos internacionales, con escasa capacidad de influencia. Por otra parte sugiere que no todos los escenarios, ni todas las sociedades son proclives a la democracia. En tiempos de zozobra y en lugares sin una trayectoria histórica determinada, aspirar a un sistema de libertades es poco menos que una utopía y tratar de imponerlo por la fuerza es demasiado arrogante.

El 2 de diciembre los ciudadanos de Venezuela y Rusia emitirán su voluntad en las urnas. El resultado es predecible y apuntalará sendos gobiernos, les dará más poderes y la garantía de continuar proyectos de largo recorrido, casi vitales. Es la voluntad popular, pero ¿ha sido ésta manipulada, condicionada por un discurso único que apaga la voz de quienes difieren? Son las paradojas del autoritarismo demócrata.

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Foreign Affairs: The Myth of the Authoritarian Model

domingo, noviembre 11, 2007

Ladrones del futuro


Las críticas a España y a la actividad de sus empresas han ensuciado la fase final de la 17ª Cumbre Iberoamericana, celebrada en Chile. Las nuevas alianzas de poder en la zona han enseñado sus dientes a la "Madre Patria", bajo la batuta del caudillo Hugo Chávez. Líderes nefastos y dirigentes con currículo golpista y antidemocrático han arremetido contra la inversión española, encubriendo con victimismo sus ansias por acaparar poder, nacionalizar sectores estratégicos y dar oxígeno a sus discursos populistas.

La nueva realidad iberoamericana se ha estrellado en la cara de los representantes españoles. Si bien el resquemor hacia la actividad de compañías como Telefónica, BBVA, Banco Santander, Repsol o Unión Fenosa en la zona es antiguo, y puede estar más o menos justificado, nunca antes se había construido una respuesta orquestada, en un reproche múltiple desde los diferentes focos que forman el nuevo populismo. Bajo el patrocinio de los petrodólares venezolanos, líderes como Correa, Ortega o Morales han radicalizado su mensaje contra la ex metrópoli, a veces como expresión de un inquietante y nuevo indigenismo y otras como coartada para acelerar distintas nacionalizaciones. Junto a ellos, el dictador Fidel Castro y sus validos se han convertido en los sumos sacerdotes de esta nueva ola, un lugar que el propio Hugo Chávez les ha reservado.

La reunión de Santiago de Chile ha constatado, de un modo sólido, cuál es la situación actual y qué frentes se disputan la hegemonía regional. El que parece mejor engrasado es el populismo mesiánico y autoritario que apela a los instintos primarios, que utiliza los recursos naturales como herramienta de poder y no como fuente prosperidad. Hugo Chávez es sin duda el mejor ejemplo y el ideólogo de esta alianza. Disfrazado de demócrata, ha conseguido degradar aún más un Estado corrupto para confeccionarlo a su medida. Sin embargo, la democracia no se limita a un sistema de votaciones que se repite cada cuatro o cinco años, sino que está compuesta por multitud de agentes y elementos que deben funcionar con transparencia e imparcialidad. No todo líder salido de las urnas ha de ser un demócrata, y eso es algo que la nueva estirpe de mandatarios populistas han sabido aprovechar para corromper las instituciones sobre las que se asienta un régimen de libertades.

El papel de España, respecto a las tierras hermanas del otro lado del Atlántico, ha de desarrollarse en favor de la construcción de sociedades modernas y democráticas, fomentando relaciones de igual a igual que beneficien a ambas partes. La promoción de la libertad debe marcar la agenda en la región y es el único antídoto para desgastar a quienes están robando el futuro a sus pueblos.

viernes, noviembre 09, 2007

Creencias y política


“Estoy guiado por una misión de Dios. Dios me dijo, `George, ve y lucha contra esos terroristas en Afganistán´. Y yo lo hice, y luego Dios me dijo `George, ve y acaba con la tiranía en Irak´. Y yo lo hice. Y ahora, de nuevo, siento las palabras de Dios viniendo a mí, `Ayuda a los palestinos a conseguir su estado y a los israelíes a conseguir su seguridad, y lleva la paz a Oriente Medio´. Y por Dios que lo haré”.

Estas palabras, atribuidas al presidente de EE.UU. George Bush durante una conversación con varios ministros palestinos, revelan hasta qué punto las creencias irracionales han determinado en los últimos años la política exterior, un terreno particularmente pragmático, de la potencia más poderosa del planeta. La responsabilidad no es sólo de Bush o del Partido Republicano, sino que existe una tendencia que también se manifiesta en sus adversarios. El factor religioso es ya un requisito imprescindible para llegar a la Casa Blanca, y así lo han potenciado candidatos como Hillary Clinton o John Kerry.

El semanario británico The Economist abordó en noviembre la creciente influencia de la religión en el escenario internacional, una situación de la que, por el momento, Europa parece mantenerse al margen. Aunque el origen de este renacimiento religioso podría encontarse en los años 70, ha sido en los primeros compases del siglo XXI cuando los credos han pasado a un primer plano, un fenómeno azuzado por un sinfín de circunstancias sociales y económicas que han añadido nuevas coordenadas a la relación de fuerzas en el mundo. ¿Es éste el resultado del derrumbe de las ideologías?

Quizá esta cuestión tenga mucho que ver en el auge actual de las creencias religiosas, que se extienden con aliento renovado. En los siglos XIX y XX las ideologías -religiones laicas- ocuparon el lugar que los códigos espirituales disfrutaban hasta entonces, aunque en muchos casos sobrevivieron y se combinaron con los nuevos modos de pensamiento. Más tarde, el fracaso estrepitoso de los discursos más radicales, que no consiguieron transformar la sociedad ni alumbrar al Hombre Nuevo, sumieron en la decepción y en la anomia a muchos individuos. Ni siquiera el libre mercado, con sus defectos y virtudes, ha podido ocupar el vacío ni desarrollar su proyecto de un modo absoluto, restringiendo su influencia a un área concreta y obstaculizando la incorporación del mundo en desarrollo.

Las religiones no son filosofías nocivas. Al contrario, contienen un mensaje profundo que anima a fortalecer la convivencia entre los pueblos y la solidaridad y que llena de esperanza a una gran mayoría de individuos. Sin embargo, la Historia nos ha demostrado que su simbiosis con la política y el poder ha desembocado demasiadas veces en derramamiento de sangre. La introducción de las creencias religiosas en la agenda de los mandatarios políticos no contribuye al entendimiento entre las naciones, ya que su carácter dogmático e irracional hace pensar en un enquistamiento de las posturas más radicales y en una degradación de los valores básicos de convivencia democrática. Las sociedades modernas han de proteger la pluralidad religiosa y la libertad individual para cultivar la fe, pero no deben adentrarse en el terreno de la superstición.

viernes, septiembre 28, 2007

Política de instintos primarios


No parece razonable que mientras desaparecen las fronteras, se entremezclan las culturas y se construyen grandes bloques políticos y económicos, algunos territorios, en ocasiones minúsculos, rescaten la exaltación de la raza y sublimen sus peculiaridades culturales -en muchos casos compartidas por los pueblos limítrofes-. El nacionalismo es a la vez un fenómeno antiguo y moderno. El siglo XIX fue testigo de las unificaciones de Alemania e Italia, precipitadas por el empuje de un nacionalismo integrador, mientras que la segunda mitad del siglo XX y el comienzo del XXI contemplan un nacionalismo posmoderno de carácter excluyente, que guarda inquietantes parecidos con el totalitarismo racista del nazismo.

En la época actual, marcada por la ausencia de valores fijos y la muerte de los metarrelatos, muchos individuos anhelan un código nuevo de valores al que asirse. En tiempos pasados la ideología y la religión ofrecían un discurso completo para la vida, un sistema de pensamiento acabado que daba respuesta a todas las preguntas. El siglo XX, con los genocidios nazi y soviético, despertó las conciencias occidentales y procuró un nuevo discurso fundamentado en el capitalismo, un sistema eficiente para organizar las relaciones económicas pero que no sirve como cemento de la sociedad.

Curiosamente la religión no sólo no se ha derrumbado sino que en la actualidad influye poderosamente en la agenda política mundial. Gran parte de la política de la Casa Blanca está influenciada por la derecha evangélica estadounidense, mientras que el mundo musulmán vive desde hace unas décadas un violento período de agitación, fruto del renacimiento de las doctrinas más intolerantes y extremistas. El éxito de la religión surge de la misma raíz que el nacionalismo: el desprecio a la razón y el único requisito de la fe, bien sea en la supremacía de la raza, en el mandato divino o en la muerte del infiel.

Las últimas tendencias políticas han descubierto que en la simpleza está la fórmula del triunfo. Cuanto más nos acerquemos a los instintos humanos más cerca estaremos de obtener carta blanca para acaparar el poder. Sin embargo el nacionalismo sólo puede tener éxito, al menos en el caso español, cuando está condenado a vivir en crisis continua con su enemigo imaginario. Los propios nacionalistas saben que la fuerza de su proyecto reside en que es un programa de tránsito, nunca orientado a una meta. De ser así, de alcanzar la independencia del territorio o la autonomía plena, el sistema se vendría abajo. Ya no se discutiría la autoafirmación de la cultura y la identidad, sino que se inciarían guerras internas por el poder y el sistema de gobierno. En el mejor de los casos la situación derivaría en una inmensa decepción, con la desventaja de enfrentarse al mundo desde una posición más débil que la anterior. En el peor de los escenarios, la imposición del sector más sectario y violento, el nuevo estado se convertiría en una dictadura. Es, por tanto, una ideología que solo sobrevive con garantías durante la confrontación, una ideología de odio irracional. El caldo de cultivo propicio para la alienación que a muchos individuos les hace sentirse seguros.

Hoy en día cualquier sistema democrático occidental garantiza el derecho de una comunidad a mantener viva su herencia cultural. Ocurre en Escocia, Córcega, Bretaña, las regiones del norte de Italia y, de manera especial, en Cataluña, el País Vasco o Galicia, que disfrutan de un régimen autonómico muy superior a las demás zonas citadas. El único límite al que se enfrentan los políticos nacionalistas de estos territorios es la unidad económica, social y política del país al que rechazan. Nada que ver con los movimientos nacionalistas del mundo en desarrollo, donde deben enfrentarse al desaguisado de la descolonización y donde las luchas étnicas están muy determinadas por la pobreza y el hambre. No es el caso de Europa.

jueves, septiembre 27, 2007

La rebelión de los monjes

Las marchas pacíficas de los monjes budistas birmanos y la violenta represión del régimen militar, uno de los más crueles y longevos del planeta, acapara el foco de la información. Se trata de una oportunidad para la democracia y de una explosión de libertad espontánea que se ha visto reforzada por las nuevas tecnologías de la comunicación. Combinados, internet y los teléfonos móviles pueden ser un potente instrumento para derrocar tiranías.

Desde Occidente asistimos a esta semana de esperanza en Birmania y nos acercamos a un país lejano, rico en gas y petróleo, en el que sus ciudadanos padecen una dictadura apadrinada por China y consentida por el resto del mundo. La superpotencia asiática y Rusia han conseguido obstruir las posibles sanciones de la ONU, una organización que vuelve a quedar en entredicho tras ser bloqueda por dos regímenes autoritarios, más o menos camuflados.



Enlace:
Campaigning For Human Rights and Democracy in Burma

lunes, septiembre 03, 2007

El ocaso del Imperio de la mentira


La escenografía bushiana está tocada de muerte. Muy pocos creen ya en su interpretación alucinada de la realidad y todo lo que le rodea se desmorona por momentos. Aún queda más de un año de su segundo mandato, y sin embargo muchos de los que cimentaban su gobierno han salido corriendo antes de comenzar el curso político. El primer cadáver político fue Colin Powell, máximo representante del softpower en una Administración ultraconservadora. En 2006 le seguiría Andrew Card, asesor del presidente para Irak, y meses más tarde caería Donald Rumsfeld, uno de los guías espirituales de los neocon americanos e inspirador de su política exterior ofensiva, quien abandonó tras la victoria del Partido Demócrata en las elecciones al Congreso.

El último en dejar en la estacada a George W. Bush fue su amigo y "abogado" Alberto Gonzales, el fiscal general. El hispano que más lejos ha llegado en la Administración estadounidense no pudo soportar su propia imagen pública, salpicada por escándalos como la purga ideológica en las fiscalía de EE.UU. o la máscara de legalidad diseñada para encubrir Guantánamo y las escuchas ilegales a sus conciudadanos. Entre Rumsfeld y Gonzales otros muchos han abandonado la nave: Karl Rove, asesor especial del presidente; Paul Wolfowitz, ex presidente del Banco Mundial; y John Bolton, ex embajador ante la ONU. Y detrás de cada dimisión, Irak. La ocupación y la catastrófica estrategia de posguerra constituyen el eje sobre el que gira la política de Bush desde 2003.

La retórica simplificadora y la mentira al servicio de un ideal superior -según la ideología neocon- le sirvieron en un principio, pero los ataúdes de soldados se amontonan y los atentados siguen siendo devastadores. Pocos hacen caso ya a la jerga del presidente. En su última visita sorpresa a Irak, ha dicho que las tropas empezarán a volver a casa si los "éxitos" continúan. Evidentemente no existen tales éxitos. La guerra ha sido el gran fracaso de sus gobiernos, el punto más caliente de la agenda internacional que se enquistará por muchos años. Bush lo sabe pero nunca lo reconocerá y por eso seguirá disfrazando su agonía con nuevos engaños. Sabe también que en poco más de un año de acoso demócrata, podrá irse a descansar a su rancho de Texas.

lunes, agosto 13, 2007

La sociedad vigilada

La tecnología y el poder siguen estrechando lazos para controlar nuestros movimientos y achicar el espacio de la libertad. Es la vertiente oscura del desarrollo informático. Los sistemas de vigilancia se perfeccionan para olisquear nuestro rastro. En ciudades como Londres es muy dificil escapar a la mirada mecánica de miles de cámaras. Mientras, se trabaja en máquinas que reconocen nuestro iris o interpretan nuestras intenciones. Todo para combatir al difuso fantasma del terrorismo y del crimen.

En Shenzen (China) ya están instalando 20.000 cámaras de vídeo para emplearlas en la lucha contra el crimen. Se unirán a las 180.000, de circuitos públicos y privados, a las que la policía tiene acceso y no sólo transmitirán y grabarán lo que ocurra en la calle, sino que leerán los rostros de los ciudadanos y servirán para detener a los sospechosos. Esta tecnología, con la que también se experimenta en Gran Bretaña, se extenderá por toda la región, habitada por 12 millones y medio de personas. Además, las autoridades y la firma estadounidense que elabora el sistema distribuirán una tarjeta de ciudadanía con un potente chip incorporado. En ella se incluyen datos personales como la raza, la religión o el nivel educativo. Es el presente de una dictadura hi-tech, en un país donde los derechos civiles son pisoteados, pero la tendencia puede traspasar esas fronteras para controlarnos, con la excusa del terrorismo global, y colarse sutilmente en nuestras casas, en nuestros ordenadores, a través de las tarjetas de crédito o los teléfonos móviles. Quizás ya esté ocurriendo.

lunes, julio 30, 2007

El mundo se mueve

Los grandes movimientos migratorios han alumbrado revoluciones sociales en la Historia de la Humanidad. Desde la huída de los judíos de Egipto, hasta la invasión de los pueblos bárbaros que puso fin a la era de Roma y abrió la puerta a la Edad Media. Desde la conquista de América, hasta la forja de esa misma tierra como potencia hegemónica gracias, entre otros elementos, a la llegada de irlandeses, escoceses, holandeses o italianos.

Ahora, cuando vivimos los mayores cambios demográficos de la Historia, nos asomamos a un nuevo orden social y económico en el mundo. Aún no sabemos si mejor o peor, aunque muchos indicadores hacen pensar que una distribución más justa de las oportunidades y la riqueza está cerca. Estamos en proceso de asimilar que el fenómeno es imparable. Que las naciones, tal y como hoy las entendemos, tienen próxima la fecha de caducidad. Las fronteras desaparecen, de modo lento y aún desequilibrado, y las razas se difuminan. Los habitantes de los países subdesarrollados reivindican su derecho a incorporarse al progreso para extenderlo en el futuro por los rincones olvidados del planeta. El Primer Mundo se atrinchera como puede, pero sabe que todo está ya sentenciado. Desde las barriadas chabolistas de Bombay, donde los desheredados del éxodo rural han creado una pequeño cosmos económico, hasta la orilla sur del Río Bravo, o la frontera hispano-marroquí en Ceuta, masas de humanos esperan su momento.

El fenómeno que está en marcha puede reforzar la cohesión mundial y la interacción entre las personas, si conseguimos la integración de los distintos colectivos, por encima de la radicalización de las tradiciones y las creencias. A ello contribuyen dos elementos imprescindibles para comprender lo que se avecina: el perfeccionamiento de los medios de transporte y la revolución del conocimiento, gracias a las tecnologías de la información, principalmente internet. La mayor transformación cultural de la Historia es la esperanza más sólida para lograr un mundo mejor.

miércoles, julio 18, 2007

Correas de transmisión

El debate sobre el efecto altavoz de los medios de comunicación en relación con las acciones de los grupos terroristas es antiguo. Es obvio que en un mundo extremadamente mediatizado, en el que la información se confunde muchas veces con el espectáculo, los enemigos de la democracia han aprendido a lanzar su mensaje a la sociedad. El caso del fundamentalismo islámico es sin duda el más relevante. Nadie como Bin Laden y Ayman al Zawahiri han sabido valerse de los medios para llevar a cabo sus fechorías. Por un lado han perpetrado ataques de especial sadismo y enorme envergadura, abriendo la puerta a una nueva era de terror, sólo concebida hasta entonces en las películas de Hollywood. Han simultaneado acciones terroristas, han recurrido a fechas clave y han sacudido la seguridad de varias capitales occidentales.

Por otra parte, han aprovechado su irresistible poder mediático para aumentar infinitamente su capacidad propagandística y para simular una superestructura que es difícil que posean. Desde sus refugios lanzan al mundo mensajes y amenazas que las grandes corrientes de opinión e información se encargan de repetir sin ponerlos en duda. Un día incitan a la reconquista de Al-Andalus y al otro exigen la cabeza de Shalman Rushdie. Pero, ¿nos avisan los medios de un posible ataque o se convierten en correas de transmisión de los terroristas? Si Al Qaeda tuviese la infraestructura necesaria y la capacidad directa para golpear a Occidente, probablemente lo haría sin avisar. Por otro lado ¿tienen los grupos de comunicación la certeza de que la amenaza es real? Existe la posibilidad de que simplemente sean mensajes vacíos, con la misión de sugerir objetivos a los fanáticos de todos los rincones del mundo. Si fuese así las empresas de información estarían haciendo un flaco favor a nuestra seguridad.

martes, julio 03, 2007

El poder de las pesadillas

Al margen de los ataques contra la embajada de Estados Unidos en Tanzania, en 1998, o las Torres Gemelas, en 2001, pocas acciones terroristas se han podido atribuir a la cúpula directiva de la organización Al Qaeda. La fuerza de la marca reside en su carácter fantasmal. Su filosofía inspira a miles de pequeños grupos fanáticos en todo el mundo, no conectados entre sí, proyectando una imagen poderosa de la red terrorista.

Un documental de la BBC, "El poder de las pesadillas", va más allá. El trabajo de Adam Curtis no sólo fundamenta la teoría de que Al Qaeda -una superorganización terrorista con largos téntaculos en todo el planeta al estilo de S.P.E.C.T.R.A. en las películas de James Bond- no existe, sino que explica el fenómeno como el resultado de una fantasía pergeñada por los neoconservadores de EEUU. Una ilusión que conviene tanto a los halcones de Washington como al fundamentalismo inspirado por Osama bin Laden y Ayman al Zawahiri. Los tres episodios del documental se pueden descargar aquí.
Esto es sólo un anticipo:



En el pasado los políticos prometían crear un mundo mejor. Tenían distintas formas de lograrlo, pero su poder y autoridad surgía de la visión optimista que ofrecían a sus pueblos. Esos sueños fracasaron y hoy la gente ha perdido la fe en las ideologías. Cada vez más, los políticos son simplemente vistos como administradores de la vida pública.

Pero ahora han descubierto un nuevo papel que restaura su poder y autoridad. En vez de repartir sueños, los políticos prometen protegernos de las pesadillas. Dicen que nos rescatarán de peligros terribles que no podemos ver y que no comprendemos.

Y el mayor de todos esos peligros es el terrorismo internacional. Una red poderosa y siniestra con células durmientes en países de todo el mundo. Una amenaza que necesita combatirse con la Guerra contra el Terror. Pero la mayor parte de esa amenaza es una fantasía, que ha sido exagerada y distorsionada por los políticos. Es una oscura ilusión que se propaga, sin ser cuestionada, entre los gobiernos de todo el mundo, los servicios de seguridad y los medios de comunicación internacionales...

lunes, julio 02, 2007

La amenaza global

A Occidente no le queda más remedio que acostumbrarse a los ataques esporádicos del fundamentalismo que orbita en torno a la marca Al Qaeda. Al igual que en otros rincones del planeta la muerte se ha convertido en rutina sangrienta y diaria, a este lado del globo le toca enfrentarse a ataques de cuando en cuando, a pequeñas dosis de la destrucción y el caos que reina en lugares lejanos. En nuestra sociedad ya nos hemos familiarizado con las medidas extremas de seguridad y con las amenazas de Bin Laden y Al Zawahiri a través de internet.

La última ofensiva terrorista, en el Reino Unido, ha sido frustrada por las fuerzas del orden. Los islamofascistas no han alcanzado su objetivo final: el asesinato masivo e idiscriminado. Pero han logrado parte de su cometido: llevar el miedo y la inestabilidad al corazón de Europa. De pronto, las tácticas de terror empleadas en Bagdad se utilizan junto al supermercado en el que compramos el pan. Podemos acostumbrarnos a ver imágenes de muerte y destrucción en Irak, pero no en nuestras calles.

Las autoridades hacen que cada día sea más complicado atentar en Europa o Estados Unidos y sin embargo, los fundamentalistas se cuelan por las rendijas. Muchos de ellos ya están entre nosotros. Se han criado en nuestros sistemas de educación y algunos han ido a nuestras universidades. El modelos multicultural no ha cuajado, si nos referimos a la convivencia entre la comunidad musulmana y la occidental, y la falta de integración, junto con la propagación de las ideas radicales, ha incubado un odio fanático en determinados sectores.

Ahora la lucha sigue, y todo hace suponer que quedan muchas batallas que librar. Dentro y fuera de nuestras fronteras. Las estrategias y mentiras de los neoconservadores de EEUU han azuzado, con la invasión de Irak, las reacciones de los fanáticos. El panorama ya era de por sí complicado, pero el devenir de la política internacional -estadounidense fundamentalmente- en los últimos cinco años lo ha enredado todavía más sin que la espiral haya tocado fondo aún.

lunes, junio 25, 2007

¿Un nuevo Irak?


Los grupos de la órbita de Al Qaeda son, desde hace semanas, un nuevo elemento desestabilizador en Líbano. Su primer cometido fue convertir en una olla a presión el campo de refugiados palestinos de Naher el Bared, al norte del país. Un desafío al ejército libanés que produjo un efecto contagio. Ahora, las sucursales del terror de la trama terrorista de Bin Laden -bautizadas aquí como Fatah al Islam- han irrumpido en la zona controlada por las fuerzas pacificadoras de la ONU, acabando cobardemente con la vida de seis soldados de nuestro ejército. Todos de edades comprendidas entre los 18 y los 21 años, han sido asesinados mientras defendían a la población civil.

Además de la trágica pérdida de nuestros soldados, el atentado trae consigo inquietantes avisos. Al Qaeda quiere convertirse en actor de un escenario en el que hasta ahora no pintaba nada. La retirada de Israel el pasado verano ante las tácticas de guerrilla del grupo terrorista Hezbollah provocó celos en la red wahabbita de Osama Bin Laden. Una milicia chií acaparaba las portadas de los periódicos y entusiasmaba al islamismo radical de todo el mundo.

Se cumple ahora un año de la última guerra del Líbano y Al Qaeda ha conseguido hacerse un hueco en un país en el que demasiados intereses se encuentran en disputa. Es probable que su estrategia sea exportar el modelo de Irak y Afganistán al país del cedro, aprovechando la presencia de las fuerzas internacionales, para añadir más confusión en la anarquía. De ser así la zona se enfrenta a un futuro extremadamente peligroso y de difícil control. La comunidad internacional se puede ver en un serio aprieto para poner orden si las maniobras desestabilizadoras se extienden por el mundo árabe.

Matar al mensajero

El corresponsal de la cadena BBC en Gaza, Alan Johnston, lleva más de cien días secuestrado. Conforme su cautiverio se aproximaba a esa cifra redonda, las perspectivas de su liberación se hacían más creíbles: la división de Palestina en dos -Gaza en poder de Hamás y Cisjordania bajo control de Al Fatah- podía mejorar su situación. A los terroristas les convenía un golpe de efecto para amortiguar el impacto de un bloqueo internacional mayor que el de los últimos años. Sin embargo las gestiones no han fructificado y las últimas informaciones son descorazonadoras. En el último vídeo lanzado por sus captores a las redes de información se muestra a un Johnston ataviado con un chaleco-bomba que será activado si se libera por la fuerza al reportero británico.

Es el último episodio de un fenómeno que se ha multiplicado en los últimos años en los escenarios conflictivos, singularmente en Oriente Próximo y Oriente Medio. Corren tiempos difíciles para los corresponsales de guerra, vistos antaño como altavoces y fieles notarios de los acontecimientos -aunque siempre con recelo-, y hoy convertidos en escudos humanos, moneda de cambio o débil elemento de chantaje y coacción.

Los bandos en conflicto han perfeccionado sus estrategias mediáticas de perversión y la tecnología actual les permite acceder a infinitas pantallas y medios. Su mensaje tiene hoy una capacidad de multiplicación enorme y da la vuelta al mundo en cuestión de minutos. Estas circunstancias, junto con la ideología de odio Oriente-Occidente diseñada por Osama bin Laden y avivada por la Administración Bush con su papel en Irak, han puesto en el disparadero a quienes se juegan el tipo por transmitir una radiografía lo más fiel posible de lo que ocurre en los rincones más inestables del mundo. Una coacción cobarde e inaceptable.

Alan Johnston banner

domingo, junio 17, 2007

Palestina se parte en dos

En la semana que hoy termina se ha escenificado el comienzo de una nueva y siniestra era para el pueblo palestino. Una etapa que puede sumir a la franja de Gaza en una crisis todavía más profunda que la que padece en la actualidad. En parte, el golpe de fuerza del islamismo de Hamás, es el resultado de la política de embargo económico empleada por EEUU y la UE ante el triunfo en las urnas del grupo terrorista chií. La desesperación y la escasez han acelerado una guerra civil que se incubaba desde hace tiempo. Por otro lado, es la consecuencia inevitable de la era pos-Arafat y de la lucha por el poder ante la ausencia del líder.

Además, en el terreno de juego no sólo Al Fatah y Hamás disputan el partido. También Irán y Siria, con su cobertura a los islamistas, y EEUU financiando a los herederos del rais ocupan el tablero. Los primeros saben que el nuevo panorama les asegura una posición de fuerza en la zona y el control sobre el territorio en el que habitan 1,4 millones de palestinos. Se trata de un territorio blindado por Israel, pero garantiza una base de operaciones para atacar al Estado hebreo y generar un poderoso foco de conflicto, cuando la situación lo requiera. Para los segundos, EEUU, el momento actual empeora profundamente la política en la zona: elementos de Al Qaeda ganan peso en la franja, donde convive una mayoría suní con los adeptos al terrorismo chií patrocinado por Teherán y Damasco. Un hervidero que guarda demasiados parecidos con Irak.

Es, en definitiva, una muy mala noticia para las esperanzas de paz en la zona. Especialmente para un pueblo desahuciado y vapuleado que se enfrenta a una catástrofe fratricida. Serán también tiempos complicados -aún más- para Israel, que se enfrenta a posibles estrategias combinadas en varios frentes (Hezbollah y Siria desde el norte, Hamás desde el suroeste, e hipotéticas ofensivas desde Cisjordania, al este).

miércoles, junio 06, 2007

Vuelven. Más fuertes.

Resulta que ETA mantenía un "alto el fuego" desde marzo de 2006. Que no les engañen los hechos. Durante meses de terrorismo callejero, extorsiones y chantajes a empresarios vascos y navarros, un atentado con bomba que asesinó a dos personas y redujo a escombros un aparcamiento de la T-4, hemos vivido en un remanso de paz. Eso es lo que han intentado hacer creer los socialistas en el gobierno, con ETA apretándoles continuamente las tuercas.

Zapatero pretende ahora que nadie mire atrás, para tapar su bochorno. Que nadie se acuerde de la legalización de la nueva marca de Batasuna-ETA que se financiará de las arcas públicas. Que nadie saque de nuevo a la luz la excarcelación de De Juana Chaos, asesino de 25 personas. Una muestra de buenas intenciones hacia los terroristas que se disfrazó de estricta legalidad, pero que ahora se esfuerzan en corregir. El presidente Zapatero no quiere que se recuerden las reuniones entre socialistas vascos y etarras, el germen de un "proceso de paz" ficticio, buscado artificialmente por el PSOE con fines electorales.

Quiere que nos olvidemos de la absolución del batasuno Otegui por enaltecimiento del terrorismo, otra medida de gracia para apaciguar a los criminales. Zapatero desearía borrar de nuestra memoria el bochorno de llevar a las instituciones europeas las pretensiones proetarras, o sus circunloquios para evitar pronunciarse acerca del rearme de ETA en Francia, en el mes de octubre. Sus ansias de pasar a la Historia le han cegado y el resultado es una ETA con más oxígeno. Sus pretensiones siempre serán las mismas: conseguir una patria inventada e imposible en la que imponer un régimen socialista y totalitario. No hay hueco para el diálogo. Ahora retoman su carrera asesina con fuerzas renovadas. Acabemos con ellos.

sábado, mayo 26, 2007

En la encrucijada de la derecha española


La disciplina implacable de los partidos políticos no deja oxígeno a la iniciativa personal, ni a la originalidad o la disparidad de opiniones. Se buscan aduladores, borregos, profesionales del escaño y gente dispuesta a dejarse pisar la cabeza sin rechistar.

La Constitución Española exige que el funcionamiento y estructura interna de las organizaciones políticas "deberán ser democráticos". Sin embargo, los adalides del sistema constitucional nos sorprenden regularmente con sus decisiones totalitarias (I, II, III). Ocurre en todas las organizaciones que no reparan en medios para acaparar el poder y beneficiarse de él.

Esta descomunal maquinaria no favorece en nada la agilidad y flexibilidad para reaccionar ante las adversidades. Existen demasiadas cuotas de poder e intereses. En el caso del Partido Popular, sumido en una estrategia condenada al estancamiento desde el triunfo de Rodríguez Zapatero, no se percibe ningún indicio que haga pensar en que algo está cambiando en el corazón del partido. Y las cosas deben cambiar, si el objetivo es regresar al poder y ofrecer una alternativa sólida al conjunto de la sociedad española. Mariano Rajoy, líder moderado y eficiente orador, debe abanderar una transformación profunda y guiar a un partido que necesita escapar hacia el futuro, que ha de reconocer sus errores valientemente, asimilar los golpes del adversario y construir un discurso renovado.

El presidente popular ha repetido en numerosas ocasiones a lo largo de la campaña electoral de 2007, que la organización que dirige sigue la estela de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. EL PP intenta aprovechar el tirón de los líderes conservadores europeos pero carece del halo "renovador" de sus colegas alemanes y franceses. Con un ex-presidente del Gobierno -José María Aznar- empeñado en satisfacer sus deseos de venganza y unos "hombres fuertes" -Ángel Acebes y Eduardo Zaplana- más interesados en mantener su cuota de poder que en el bien del partido, los populares parecen abonados a la oposición y a la inmovilidad. Se han dejado guiar por líderes de opinión que decantan sus posiciones hacia la parte más fundamentalista del electorado conservador. Una estrategia que refuerza su núcleo duro pero que aleja cada vez más a votantes potenciales menos significados políticamente. No es lógico que ante la acción irresponsable y sectaria del gobierno socialista, la derecha española no tome ventaja.

viernes, mayo 18, 2007

El lodazal de los "neocon"


Los ataques del 11-S les dieron carta blanca para reorganizar el mundo y adaptarlo a las necesidades estratégicas de los Estados Unidos. Se iniciaba entonces una nueva era de confrontación, una vez reducido a polvo el bloque comunista, y el nuevo escenario brindaba la excusa perfecta para extender la hegemonía planetaria de la superpotencia. Especialmente en el ámbito energético, ante un panorama de crisis acuciante.

El resultado de esa hábil toma de posiciones en la Administración Bush se traduce hoy en Irak, el ejemplo más notorio de la agresiva política internacional de los neocon y también la ciénaga putrefacta en la que sus promotores se ahogan poco a poco.

La acaparación de recursos por la fuerza -petróleo y gas-, con la excusa del terrorismo islamista y la imposición de la democracia a modo de franquicia, ha resultado ser un suicidio político. Y lo que es peor, un avispero sin resolver que marcará el destino de Irak y del resto del mundo para las próximas décadas.

sábado, mayo 12, 2007

El triunfo de lo incorrecto


El 6 de mayo de 2007 no ganó únicamente Nicolas Sarkozy. Su llegada al Elíseo no es sólo la victoria de las posiciones conservadoras sobre el espectro de la izquierda. El rotundo triunfo del nuevo presidente francés es el ejemplo de la imposición de la política sin careta frente a la demagogia y la propaganda.

Mientras hay quien gobierna a golpe de encuesta y adorna sus escasos éxitos con poderosos efectos publicitarios y fuegos de artificio, Sarkozy promete contar las verdades del barquero, comenzando por una autocrítica profunda para retomar el orgullo de una nación. Apuesta por decir aquello que nadie quiere oír. Por reafirmar los valores franceses y europeos en tiempos de confusión y amenaza. Todo un desafío a la correción política a la que parecen abonados muchos dirigentes occidentales, como el autóctono Rodríguez Zapatero.

Por eso no es simplemente el triunfo de la derecha sobre la izquierda, es también el fin de una gerontocracia anquilosada en el ombliguismo y en un sistema corrupto de poder. Con Sarkozy nace un tiempo nuevo que podría reproducirse, con los años, en otros puntos de Europa. Nada es más necesario para devolver el amor propio al Viejo Continente.

Enlaces relacionados:
The Economist: The Gaullist Revolutionary.

...¡Acción!

El teatro político está en marcha. Los actores llevan a escena su guión con mayor ahínco que de costumbre. En quince días se producirá una nueva reorganización del poder -municipal y regional- entre los clanes de la clase política. Todo vale para perpetuarse en el sillón o para desplazar de él al contrario.

Desde hace años los partidos han puesto un empeño desmesurado en disfrazar sus estrategias tras sofisticadas técnicas de marketing. En la influencia arrolladora de las imágenes, los eslóganes y las apariencias se depositan más esperanzas que en la política de hechos. Y mientras tanto, los ciudadanos asistimos al gran circo, al engaño descarado y a la tomadura de pelo sin el más mínimo atisbo de rubor. Sabemos que nos están engañando y cómo lo están haciendo, y sin embargo apenas sentimos indignación. Hemos aprendido a asimilar mentira y política como elementos inseparables.

No es que los profesionales de la política sólo recurran al camelo en época de elecciones. Lo hacen cada día. Pero es poco antes de la llamada de los ciudadanos a las urnas cuando sus maneras se vuelven aún más exageradas. Inauguraciones de servicios públicos que se retrasan para acomodarlas al calendario publicitario -en perjuicio de la comodidad d elos ciudadanos- o precipitación en el acabado de algunas infraestructuras, también con el mismo fin.

Esta semana hemos conocido una modalidad mucho más efectiva. La realidad no puede arruinar la agenda de los gangs políticos y si un nuevo servicio no está listo para ser presentado siempre se puede recurrir al atrezzo. Es lo que ha hecho la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. En un genuino ejercicio de ilusionismo, el equipamiento de un recién estrenado departamento hospitalario aparece oportunamente para el reportaje fotográfico y desaparece a las pocas horas:

EL PAÍS: 'Inauguraciones' con incubadora de quita y pon.

domingo, abril 15, 2007

Es el miedo, idiota


El miedo es una de las armas más antiguas y poderosas para someter la voluntad de los individuos. Pertrecharse tras amenazas externas, reales o imaginarias, ha dado carta blanca a regímenes y a grupos políticos de todos los colores a lo largo de la Historia. Lo vemos en los partidos nacionalistas y su repudio a un invasor inventado, destructor de la cultura autóctona. También en las dictaduras comunistas de medio planeta, para quienes el capitalismo, la religión o los derechos individuales suponían una peligrosa plaga. Los nazis se valieron de un artificial contubernio judío y comunista para blindar su ideología del odio y el fundamentalismo islámico acusa a Occidente de reducir la moral a escombros y subyugar al mundo árabe.

El llamado "mundo libre" no escapa a estas estrategias. El miedo a nuevos ataques terroristas tras el 11S, justificado en mayor o menor medida, ha mantenido hasta hoy a George W.Bush en la Casa Blanca, quien ha aprovechado la psicosis de sus compatriotas.

Pero sin duda su homólogo ruso ha sabido valerse más eficientemente de esta situación. Rusia no es la cuna de las libertades y nunca ha disfrutado de un sistema político con garantías, al estilo de Europa o EEUU. Eso ha permitido a Vladimir Putin perpetuarse al frente del Kremlin recortando los derechos de los ciudadanos. Si Bill Clinton empleó el eslogan "Es la economía, idiota" como la simplificación de la labor de un buen gobierno, el líder ruso parece inclinarse por el miedo como base de la receta.

Las guerras chechenas, uno de los principales escollos de la política de Moscú, los atentados terroristas y el crimen organizado han fabricado un nuevo monstruo, una excusa para ampliar el poder de este ex espía del KGB y pervertir el aparato democrático del país.

A través del miedo Putin ha creado un Estado post-soviético a su medida, que no entiende el desacuerdo ni la pluralidad de ideas. Según uno de sus opositores más destacados, el campeón de ajedrez Gary Kasparov, el presidente de Rusia exalta el peligro terrorista para construir mecanismos de opresión y utilizarlos contra sus adversarios políticos. Para Putin, la disidencia debe ser eliminada. Lo hemos visto esta semana con sendas manifestaciones reprimidas en Moscú y San Petersburgo:



Los casos de la periodista Anna Politkovskaya, asesinada en octubre de 2006, y del ex espía Alexander Litvinenko -envenenado en Londres con polonio 210- ocuparon las portadas de los diarios de todo el mundo. El vínculo entre las muertes de ambos opositores y Vladimir Putin ha rondado sobre el Kremlin, aunque no existan pruebas que impliquen directamente al presidente ruso. Lo que sí está claro es que las desapariciones de Politkovskaya y Litvinenko han debido mejorar la calidad del sueño del mandatario.


Enlaces relacionados:
Berezovsky afirma que trama un golpe de Estado contra Putin (EL PAÍS)
Rusia: perfil (BBC-en inglés)
Entrevista a Gary Kasparov (DER SPIEGEL-en inglés)

jueves, abril 12, 2007

El precio del poder

La clase política enseña sin querer la patita por debajo de la puerta. Los partidos se ocupan de perfeccionar la ingeniería mecánica del poder. Lo han hecho a través de estatutos regionales que poco o nada han interesado a los ciudadanos y que contribuyen a entorpecer las relaciones entre el individuo y la Administración. Cualquier cosa con tal de amurallar a una clase política cada vez menos cualificada pero con ansias desmesuradas de control.

A algunos, como Miguel Sebastián -el poco prometedor candidato del PSOE al ayuntamiento de Madrid-, se les ve el plumero con demasiada facilidad. Estarán conmigo en que de una televisión pública plural, abierta e independiente del poder político, a una cadena en la que "Rafa" Simancas hace y deshace a su antojo hay un trecho demasiado largo. Es el precio del poder, nada debe escapar a su control.

miércoles, abril 11, 2007

La dictadura de la muerte


Con los cadávares de los terroristas suicidas de Casablanca aún humeantes, la red fanática Al Qaeda ha vuelto a sembrar de muerte el Magreb. En dos días el fanatismo terrorista internacional nos ha recordado lo fuerte que se está haciendo al otro lado del Mediterráneo, a escasos kilómetros de la costa de España.

Argelia ha sufrido el último zarpazo del islamo-fascismo, pero el desafío no es local sino que afecta a la libertad de cada uno de nosotros. Es la ventaja de diseñar una franquicia global del horror, bajo la que puede ampararse cualquier grupo de asesinos. La marca "Al Qaeda" es uno de los mayores logros del islamismo terrorista, una estrategia propagandística que actúa como un mazazo contra las sociedades occidentales. Nadie se arriesga a aventurar por dónde se asomará la serpiente de las mil cabezas la próxima ocasión.

Al menos el mensaje debe mantenernos en alerta: Al-Andalus y las plazas de Ceuta y Melilla ha sido marcados como frontera hacia donde extender la dictadura de la muerte.

jueves, abril 05, 2007

Orwell estaba en lo cierto

El hombre nunca ha estado tan vigilado. Se impone la dictadura tecnológica con todo su poder coercitivo. Mientras los gobiernos occidentales cacarean el progreso de las libertades individuales se estrecha más y más el control sobre el ciudadano.
Paradojas del avance científico.

El poder y quienes lo ostentan siempre han perseguido un objetivo: desentrañar lo que piensa el individuo, para amoldarse a su voluntad o bien para modificarla. La alta tecnologización de nuestro modo de vida nos ha acercado a la sociedad del Gran Hermano, el dictador que todo lo ve y que George Orwell retrató en su novela 1984.

Bases de datos en las que se recoge nuestro código genético, rastros en internet, máquinas capaces de interpretar los pensamientos...La amenaza del terrorismo global ha aumentado la necesidad de blindar nuestras sociedades y controlar exhaustivamente a los elementos sospechosos.

En Gran Bretaña más de 4 millones de cámaras recogen los movimientos de los ciudadanos y es prácticamente imposible escapar a su objetivo. En pocos años, la tecnología de reconocimiento facial será una realidad y los dispositivos vigilarán las calles desde postes o farolas. El mundo imaginado por visionarios como Phillip K. Dick o el propio Orwell asoma a la vuelta de la esquina. La tecnología está al servicio de nuestra seguridad y les pone las cosas muy difíciles a los terroristas. Pero, ¿qué ocurrirá cuando esa maquinaria se emplee para espiar a los ciudadanos, para conocer sus gustos con fines electorales o comerciales?

sábado, febrero 03, 2007

La dieta del pistolero

¿Puede Ignacio De Juana Chaos convertirse en un mártir si se deja morir en su pulso al Estado de Derecho? Para los tarados proetarras que le apoyan probablemente sí. Si el desenlace de su dieta de jamón york alcanza el punto que a muchos no nos importaría que alcanzase, se sucederán los homenajes en algunos ayuntamientos vascos, quizás con el amparo del PNV, mientras los chicos de la gasolina vuelven a calentar la noche. Es tal vez un mal menor.

Lo importante de este asunto es que la Justicia española no se ha bajado los pantalones ante el supuesto dilema moral. La vida del responsable de 25 asesinatos y once atentados no vale ni una milésima parte de la dignidad de nuestra Justicia, aunque algunos políticos -como el líder de IU, Gaspar Llamazares- pidan para él un trato más "humano". En realidad su vida no vale nada. Ni siquiera los esfuerzos de los médicos que le alimentan contra su voluntad. Le deseo mucho éxito en su terapia de adelgazamiento.

sábado, enero 06, 2007

El negocio y la enfermedad

Dos investigadores británicos -Sunil Shaunak del Imperial College de Londres y Steve Brocchini de la London School of Pharmacy- han ideado un modo de llevar a los olvidados de la Tierra fármacos baratos, al margen de las grandes multinacionales del medicamento. A grandes rasgos, la iniciativa permite eludir el sistema de patentes mediante unas mejoras mínimas de su composición. Los retoques dan a luz un nuevo producto desde el punto de vista legal, pero sus efectos son idénticos o incluso más beneficiosos para paliar las enfermedades infecciosas en los lugares más deprimidos del mundo. El caso es que los gastos de investigación y producción se reducen enormemente, y su precio de venta también. Mientras las grandes compañías emplean miles de millones de euros en la confección de un medicamento, el nuevo sistema mengua considerablemente estas cifras. Según el profesor Shaunak "el monopolio de los grandes grupos se ha roto".

Las críticas hacia la actuación de la industria farmacéutica en lugares como África no son nuevas. Su negativa a rebajar los precios ha contribuido a aumentar la lista de muertos. Un dato escalofriante: el 90 por ciento del dinero que invierten las multinacionales en investigación se dedica a las enfermedades que afectan al 10 por ciento de la población mundial. Una estrategia de marketing que apenas contempla a quienes no tienen nada y que especula con vidas humanas. La investigación de muchas enfermedades no es rentable porque sus portadores tienen la cartera vacía. Son las enfermedades olvidadas. Males como la filiarsis linfática, el dengue hemorrágico, la enfermedad del sueño, la oncocercosis o el mal de chagas, por ejemplo, que afectan a más de 750 millones de personas en todo el planeta. Otras como el SIDA se han convertido en enfermedades crónicas en el primer mundo, mientras que su zarpazo diezma naciones en el continente negro.

Esperemos que nadie ponga traba a las buenas intenciones de Shaunak y Brocchini.